lunes, mayo 21, 2007

DESAPRENDER EL GENERO


Un día otra mujer
Por María Alejandra Brassó

Muchas veces las mujeres pedimos permiso; otras, entramos por la ventana y a los gritos; a veces portamos armas; fuimos veneno, maldición y embrujo; fuimos sexo, muerte y arte. Hemos desarrollado a través del tiempo diferentes relaciones con el poder, formas de resistir la opresión mediante fórmulas muchas veces parecidas a las dispuestas por el enemigo.
El "macho religioso", que algunas veces ha ocupado las páginas de esta revista - criticado, juzgado y condenado- impuso un sistema monolítico, blanco, heterosexual y represor. Con el tiempo, se han socializado algunos derechos, que corren peligro con la globalización neoliberal. Además de la falta de protección en temas como la anticoncepción y el VIH, las mujeres son víctimas y parte de un modelo que no les da oportunidades ni posibilidades de desarrollar sus propias inquietudes. Aquellas que interpelaron, que se preguntaron sobre lo establecido, han podido desarrollar una búsqueda hacia un espacio de relaciones diferentes a las establecidas. La sexualidad es un lugar desde donde interpelar lo institucional, quizás el lugar donde los individuos sin protección se entregan a sus deseos.
Globalización y feminismo. Tal y como están las cosas, parece que lo "políticamente correcto" está del lado de algunas mujeres: el juicio a Clinton, el 30% en el Parlamento, y, desde lo social, NO DISCRIMINAR. Esta idea ronda las cabezas de progreso y no tanto, a la hora de buscar consenso en las elecciones o en alguna reunión de café. "Las mujeres han ganado un gran espacio", dicen, pero ¿saben acaso cuánta agua corrió bajo el puente? Sin embargo, ellas siguen diciendo, hablando y peleando.
Para Mabel Bellucci, que trabaja en el Area de Estudios Queer de la UBA, "el movimiento feminista es uno de los más antiguos de la modernidad; siempre estuvo globalizado, justamente por su internacionalismo. Algunas de sus reivindicaciones forman parte del discurso establecido, por lo menos en parte del sistema. Esto produjo un hiato que es imposible de sortear porque en la medida en que vas avanzando, vos resistís y negociás constantemente con el sistema. Entonces, los movimientos sociales siempre tienen un paraguas que es su contenido liberal, porque siempre están en la búsqueda de sus derechos. Cuando las reivindicaciones son incorporadas, entonces se arma un discurso institucional de alguna de tus demandas. Esto provoca cortes, fracciones en el movimiento social. Pero tiene que ver con el proceso de democratización. El tema es no quedarse en las reformas: el reformismo es un herramienta válida para seguir demandando."
Para Alejandra Sardá, de Mujeres Bisexuales "si bien hay mucho de pose en la cuestión de lo 'políticamente correcto', también hay un cambio en el paradigma, lo cual es un logro muy importante que no tiene vuelta atrás."
La exclusión social no solo se da en el nivel económico, sino también hacia aquellas personas que cuestionan la norma genérica varón-mujer, peleando por un lugar que parece no existir socialmente: la ambigüedad de los géneros, que existe en la marginalidad desde hace siglos. Lohana Berkins no es mujer, es travesti, como le gusta definirse; sin embargo, cree que su camino y el de las mujeres se cruzan y se unen en la reivindicación de la no violencia, porque cuando decidió decirse "mujer" sintió también la opresión. "La lucha interna entre ser una misma o ser el ideal (de mujer) es muy fuerte. La imagen que se vende es la de la mujer perfecta, y nosotras compramos ese modelo. El ideal de la belleza está tan cotizado, que tenerlo es un reaseguro del triunfo. Para el mercado que nos consume, el de la prostitución, tenés que ser bella, tiene que hacer tres grados bajo cero y vos tenés que estar desnuda parada en un arbolito, porque el hombre no quiere la mujer de ruleros. Esculpimos el cuerpo y trabajamos la imagen porque sabemos de lo que vamos a vivir". Si muchas veces la discriminaron como mujer, las propias mujeres lo hicieron porque la ven como un hombre disfrazado, pero "no nos dan la oportunidad de ser otras cosas, nos exigen que nos ubiquemos en este sistema bipolar hombre-mujer; lo que hemos aprendido nos lo enseñaron estas mujeres. Tener una vagina no es garantía de nada. Nosotras también queremos un lugar, pero como travestis."

Una identidad cuestionada:
Hay una discriminación que ejercen las mujeres sobre ellas mismas a través del silencio, la sumisión, la invisibilidad de sus deseos sexuales; a través del rol que ocupan en la familia como transmisoras de las creencias y prejuicios del patriarcado; su cuerpo y su mente están atrapados entre lo que se debe hacer y lo que hacen. Aunque muchos paradigmas se hayan caído, la mirada de la mujer sigue teniendo un lugar genérico indudable. Ser hombre/mujer son identidades construidas socialmente que las políticas queer comenzaron a cuestionar.
Para Fabiana Tron, de Lesbianas a la Vista, la temática de la mujer le provoca sensaciones encontradas. "Cuando voy el 8 de marzo a la manifestación del Día de la Mujer, siento que en la calle me siguen mirando como mujer y, como tal, me siguen oprimiendo. Mi conflicto pasa porque hace rato dejé de identificarme como mujer, y me identifico como lesbiana, genéricamente. La mujer es un concepto que se ha construido histórica y socialmente, y yo creo que no tengo nada que ver con ese modelo. Yo no dependo de ningún varón desde lo afectivo, ni desde lo económico. Si a la mujer se la ha definido por no ser varón, entonces quiero identificarme como lesbiana."
Para Alejandra Sardá "estamos en una época fundacional, más cerca de las generaciones de mujeres de principios de siglo, esas mujeres de armas tomar La idea tradicional de mujer está socavada por todas parte. Una señora que tiene al marido desempleado, mantiene a su hogar y llega agotada a su casa, cuestiona la identidad femenina tradicional; o la viejita que está en la marcha de los jubilados."
Si bien hay cambios en las estructuras sociales, que se deben a las políticas neoliberales, las mujeres siguen siendo el 70% de los pobres del mundo, la mayoría más explotada. Para Fabiana "el sistema económico necesita ponerles categorías y valores a las personas por género, por raza, por sexualidad, para poder dominar y que unos crean que son mejores que otros." Las identidades, para Mabel Belluci, "son modos del deseo, que es infinito y nunca está cerrado. Hay condicionamientos que me marcan mi 'ser mujer'. Por ejemplo, tengo que usar anticonceptivos, si no, quedo embarazada. Hay imperativos biológico/culturales: el cuerpo es una marca. Aparte de ser mujer, soy otras cosas... En este imperativo de las identidades, surgen fisuras. Hay demandas históricas y nuevas demandas desde la heterosexualidad, la bisexualidad, el lesbianismo, la transexualidad. La discusión sobre la sexualidad está pendiente, marca la radicalidad y las limitaciones del sistema y de nuestro propio discurso. Reivindico la potencialidad de la sexualidad, porque te marca el enfrentamiento con las instituciones."

¡Vivan las diferencias! Pero ojo...
En la posmodernidad, con la explosión de la individualidad, se ha establecido que cada minoría oprimida pueda liberar sus deseos, en grupos organizados por ideas, sexualidad, raza o etnia. Cada grupo social ha establecido sus propios paradigmas, reivindicaciones y políticas. El problema es la fragmentación, otro fenómeno de esta época que para Mabel Bellucci se resuelve articulando. "Las diferencias, que hacen a un sentido de democratización, al ser capturadas por el mercado pierden su contenido de clase. Entonces, no se radicaliza el sentido de la diferencia sino que se integra. Esto provoca malos entendidos cuando cualquiera de los colectivos levanta sus reivindicaciones específicas: se genera un malentendido porque se los ve como algo autónomo o bien como algo funcional al modelo imperante".
Tiene que haber articulaciones entre grupos, tiene que haber "demandas paraguas" con articulaciones de reclamos específicos; de lo contrario, se producen estas fracturas que benefician al neoliberalismo y al mercado.

Una familia muy singular
Si se realizara una remake de la familia Adams o de Los Campanelli dentro de algunas décadas, seguramente tendrían que aparecer, como en algunas series norteamericanas, parejas gays y lesbianas con hijos propios o adoptados (que también son propios). En nuestro país, la adopción aún no funciona para gays y lesbianas. Tampoco es una demanda fuerte del movimiento GLTTB. Parece que no hay una necesidad real de construir una "familia" o de "criar hijos". Sin embargo, muchos gays y lesbianas son pa/madres y otros/as sueñan con que en sus niditos de amor circulen niños/as. Un deseo compartido, pero imposible de realizar en forma legal por la serie de imposiciones dispuestas desde las leyes. Además, para algunos/as gays o lesbianas "la familia es un invento de la sociedad industrial -según Fabiana- que tiene que ver con el desarrollo del capitalismo. Las mujeres tenían que cuidar al hombre y criar a los hijos: eran mano de obra gratis. No estoy de acuerdo que a la unión entre dos lesbianas se la llame 'matrimonio', porque este concepto significa la institucionalización del comercio de las mujeres; no valemos nada si no es porque somos 'la mujer de...' y así establecer una unión entre dos familias."
Para Luisa Peralta, de Lesbianas a la vista, "las familias gays y lesbianas rompen con el esquema nuclear patriarcal, por eso no son reconocidas como tales. La familia nuclear garantiza al hombre que, aunque no tenga poder sobre nada, tenga poder sobre la mujer y los hijos; hasta el último obrero o esclavo, sometido por los varones, va a tener poder sobre este pequeño grupo. Tanto gays como lesbianas rompen con esos roles padre/madre, tan rígidos. Siempre hubo personas criadas por la madre sola o por el padre solo, o por los abuelos, o los amigos de la familia. Imaginemos una pareja de lesbianas que deciden tener un/a hijo/a y una pareja de gays, uno de cuyos integrantes decide realizar la donación de semen. Esto no es nada nuclear: van a aparecen los abuelos por parte de las lesbianas y los abuelos por parte de los gays, y se dará una multiplicación de los afectos, se establecerá otro tipo de vínculos solidarios; en fin, un clan sin jerarquías, una relación más democrática."
En un futuro tal vez experimentemos realidades como estas; por ahora son palabras o deseos, que no es poco.

Publicado en NX Nº 64 (marzo, 1999)

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